AprašymasCatedral Ortodoxa de San Jorge,Cuauhtémoc,Ciudad de México (10393670154).jpg |
Catedral Ortodoxa San Jorge
Archimandrite Fadi RABBAT - Chancellor
Archbishop Antonio CHEDRAOUI Assistant
Protodiacon Maxin Talalai
Tuxpan 30
Colonia Roma Sur
Tel. (55) 55 84 63 73
Iglesia Católica Apóstolica Ortodoxa de Antioquía
Arquidiócesis de México,Venezuela,Centroamerica y el Caribe
Ciudad de México
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«Ortodoxia»
El término griego ορθοδοξία «ortodoxia» es derivado de dos palabras: ορθή (orthy) que significa «recto», y δοξα (doxa) que tiene los siguientes sentidos: dirección, doctrina, enseñanza, concepto común y gloria. Dicho término fue usado en el lenguaje eclesiástico a partir del siglo IV para indicar la fe recta frente a la herética. El primer Concilio Ecuménico, celebrado en el año 325, determinó la doctrina «ortodoxa» sobre la divinidad de Cristo. En los siguientes seis Concilios Ecuménicos siempre se acudió a este término para significar la única y misma fe cristiana preservada de cualquier desviación. Entonces la palabra «ortodoxo» se referiría a lo mismo que la palabra «católico» καθολικός (κατά όλον) que significa «según todos», lo que indica la fe acordada y confirmada por todos. Por eso, ambos vocablos, durante el primer milenio, no formaban nombres propios de diferentes confesiones –como lo son hoy– sino, más bien, calificativos de autenticidad de la fe.
Occidente y Oriente
La separación eclesiástica entre Oriente y Occidente sucedió oficialmente en el año 1054. En realidad, había iniciado paulatinamente mucho tiempo atrás (desde el Siglo IX). El distanciamiento político, cultural y religioso pavimentó esta separación, cuyas causas inmediatas fueron las dos siguientes:
1. El «Filioque»: frase latina que significa «y del Hijo». Fue añadida en España, en el siglo VI, al Credo Niceno-Constantinopolitano, determinado en los Concilios primero y segundo, «Creo en el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo.» Esta añadidura, adoptada por Roma, fue rechazada por los otros cuatro patriarcados que estaban en el Oriente (Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén).
2. La autoridad Papal: el Papa tenía autoridad espiritual y eclesiástica directa sobre las iglesias del Occidente –y además autoridad política– siendo la única cátedra de origen apostólico en Occidente; mientras en el Oriente, varias ciudades gozaban de tal privilegio, así que nadie tenía autoridad sobre el otro. En realidad, la autoridad únicamente la tuvo el concilio de los obispos, conforme a la Tradición apostólica1. En el Oriente, hasta el día de hoy, ha dominado el concepto de «primus inter pares»: el Patriarca en el sínodo local es primero entre iguales, que preside pero no manda, y el Obispo de Roma, para el Oriente, debía ser un primero entre iguales2. La cabeza de la Iglesia es Cristo Dios, Él es la única Piedra inmortal sobre la cual la Iglesia está edificada.
Profundizaron la separación, aún más, las Cruzadas con las que el latinismo hirió al ya entonces hermano pobre y quiso esclavizarlo, mas lo único que consiguió fue odio y resentimiento. Y los orientales miraban las tradiciones del occidente con mucho rechazo, tal como el celibato obligatorio de los sacerdotes, la celebración de la Eucaristía con pan ácimo, el bautismo con la aspersión en lugar de la inmersión, entre otras.
Énfasis en la espiritualidad ortodoxa
Causa y resultado, a la par, del gran Cisma ha sido el distanciamiento en la visión religiosa y espiritual de la creación en su relación con Dios; un proceso que tuvo origen en los diferentes enfoques de las dos escuelas de Teología, Alejandría y Antioquía. Mientras en aquella se acudió a las interpretaciones alegóricas enfatizando la sublimidad de Dios, en Antioquía la cercanía a Tierra Santa –es decir, a la certeza de los acontecimientos salvíficos realizados– conservó cierta adhesión a la teología de la Encarnación. Por lo que la Iglesia en el Oriente, siguiendo los métodos de la escuela de Antioquía, permaneció lejos de la tendencia platónica y dualista de la escuela de Alejandría, y guardó a la creación material su porción en la obra redentora, deferencia que podemos observar en las siguientes definiciones:
a) Filosofía y teología: La filosofía ha sido una pluma con la que los Padres de la Iglesia determinaron en fórmulas las categorías de la fe. Pero nunca será el medio para alcanzar el conocimiento de Dios. «Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.»3 Entonces, es alcanzado por la purificación y no por la filosofía. El iluminado quizás filosofa para expresar su fe, pero no es su única expresión. Por eso, en la formación ortodoxa, las clases de filosofía no son anteriores a las de Teología sino incluidas: la teología usa la filosofía, pero la segunda no sondea la primera, pues la teología es sondeada por la oración y el ayuno, por la lectura sagrada y la virtud. Todo estudio teológico procura encauzarse en este «camino».Tres jóvenes, al haber recibido la maestría en Teología, visitaron al padre Paísio en el Monte Athos4. En medio de la charla, él les preguntó lo que hacían. Contestaron: «Somos teólogos.» El padre Paísio comentó con un humor constructivo: «Sabía que los Teólogos son tres –se referiría a los santos Juan evangelista, Gregorio y Simeón el Nuevo Teólogo–, pero he aquí que ya son seis.» |